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12. El gen egoista. Richard Dawkins

¿Quién dijo que la inmortalidad no existe? Evidentemente no existe la inmortalidad del individuo, del ser humano único, que se cree hijo de Dios, que se dota de alma y exclusividad, pero… si dejamos de lado cuestiones meramente humanas y nos centramos en el gen, verdadera máquina asociativa y evolutiva, sí que existe la inmortalidad, puesto que el gen se perpetúa en cada nuevo ser que crea o recrea.
Podríamos decir que esa es la tesis que defiende el etólogo Richard Dawkins o mejor dicho que defendió hace 30 años. De ahí se desprende que evolución está ligada a gen y no a individuo, sea de la categoría y complejidad que sea. En conclusión cualquier forma “viva” es una máquina de supervivencia, que se programa para perpetuar los genes a través de las distintas formas de reproducción.
La decisión de que gen predomina en un nuevo individuo, por ejemplo cuando los padres progenitores tienen los ojos de distinto color, o la manera en la que se establecen nuevas alianzas para crear máquinas (seres) adecuados para la supervivencia del gen, son algunos de los temas en lo que ahonda el científico con afán didáctico y riguroso a la vez.
¿Hasta dónde puede llegar el gen evolutivo y egoísta? Quien sabe hasta dónde puede llegar la capacidad de inventiva del gen que como la energía no se crea ni se destruye: se transforma.
Un libro para darnos cuenta, una vez más, de la insignificancia del ser humano individual en términos globales; un instrumento que nos reafirma en el derecho a huir de supercherías y religiones, de vidas eternas fuera de esta, una forma de tocar con los genes en el suelo.




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